La fe cristiana es la única en el mundo que tiene determinados valores morales que nunca cambian. Explicando cómo esta fe determina su escala de valores. San Juan Crisóstomo dice: “Habrá que distinguir tres cosas: la primera es que lo bueno nunca puede ser malo, como por ejemplo, la virginidad, la caridad y otras similares; la segunda es que lo malo nunca puede ser bueno, como por ejemplo, la perversión, la inhumanidad y la crueldad; la tercera, puede ser bueno o malo según la disposición que se le dé”. Luego, este maestro explica como “la riqueza y la pobreza, la libertad y la esclavitud, la autoridad y la enfermedad, y aun la muerte en sí, pertenecen a esta distinción neutral, que por sí mismo no es bueno ni malo, sino que se convierte según la disposición de la gente y la utilización que se haga de ello. Porque si, por ejemplo, la riqueza es un bien y la pobreza es un mal, entonces toda la gente rica sería buena y toda la gente pobre sería mala. Sin embargo estamos, a diario, convencidos que existen tantos buenos y malos ricos, como buenos y malos pobres. Se puede aplicar ese razonamiento a los sanos y a los enfermos, a los libres y a los cautivos, a los saciados y a los hambrientos, a los que gobiernan y a los que se someten a ellos. Aún la muerte no es mala porque los mártires a través de la muerte son los más felices de todos”